miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿SE PUEDE SER EVOLUCIONISTA Y CREER EN DIOS PADRE CREADOR DE TODO LO QUE EXISTE? LA ÚNICA RESPUESTA ES: NO

Últimamente, hemos podido leer varios artículos y declaraciones -algunas de ellas de personas investidas de alta autoridad dentro de la Iglesia-, afirmando que se puede aceptar la teoría de la evolución y creer en Dios Creador.
Hemos recibido esas palabras con cierto estupor, lejos de aportar luz sobre este asunto, añaden más confusión al tema del origen de los seres vivos y especialmente al origen del hombre, tema por otra parte, ya bastante confuso.
Entendemos que es imposible unificar esas dos visiones cosmológicas, ni siquiera despojando a la teoría de la evolución de todo lo que le es propio, y dejando de ella, tan sólo estas dos afirmaciones:


1. Las especies de seres vivos proceden unas de otras por evolución.
2. Las variaciones sucesivas, son producidas por cambios en su información genética.


Entendemos que esto es lo único que se podría aceptar de la teoría de la evolución desde una perspectiva cristiana. Algo así como decir que Dios ha creado los seres vivos partiendo de uno sencillo y modificando paulatinamente el genoma para dar lugar a seres de nuevas especies. Esto es lo que con muy buena intención, puede uno pensar que quieren decir, los que afirman la compatibilidad de las dos cosmologías.




Imagen de http://www.historiadelagastronomia.com/




Pero una cosa es que razonemos que eso pudo ser así y otra muy distinta es si eso ha sido lo que realmente ha sucedido. Y este es el sitio en el que a las ciencias le corresponde su justa autonomía: Demostrar hasta donde le sea posible, con pruebas objetivas, el modo en que han aparecido las distintas especies de seres vivos y en especial el hombre.
Pero son precisamente las ciencias empíricas, las que no respetan a las demás ciencias, y bajo el marchamo de científico, (entiéndase demostrado) nos endorsan todo tipo de interpretaciones filosóficas, ideológicas y teológicas.
Ahora vamos a exponer por qué no podemos aceptar que se pueda creer en la teoría de la evolución y en Dios Creador, no se pueden juntar las tinieblas y la luz, la mentira y la verdad.




ARGUMENTOS CIENTÍFICOS:
Existen demasiados aspectos de este asunto que se dan por ciertos muy a la ligera arrastrados por la excesiva especialización y por la propaganda que los acompaña, por ejemplo:
· La Paleontología no aporta ninguna prueba que permita apoyar una evolución progresiva de especies, ni siquiera a saltos. Y mucho menos la procedencia de todos los phyllum desde un tronco común.
· Los genes tienen una importancia secundaria en la configuración de la morfología de los seres vivos.
· No existe un modelo genético para cada especie, sino un amplio abanico (aún por determinar) de posibilidades de variación, por lo que se manipula el concepto de mutación y el de especie.
· Diversos experimentos muestran que incluso las mutaciones controladas, revierten y desaparecen en la segunda generación. La vida es ultraconservadora.
· El aislamiento geográfico o reproductivo, son ideas que no puede explicar el origen de la mayoría de las especies, que suelen convivir con otras del mismo género o familia en un mismo ecosistema.
· No se pueden separar dos especies por algunos detalles morfológicos, como se hace con los restos humanos antiguos; la variabilidad y la interfecundidad actual de las personas de todas las razas humanas, así lo evidencia. Hay muchas más diferencias morfológicas entre un pigmeo africano y un finlandés, que entre el Homo sapiens y el Homo erectus europeo, por decir un ejemplo. Todos los seres humanos que hemos vivido sobre la tierra, pertenecemos a la misma especie.
La teoría de la evolución está absolutamente minada científicamente, y va a ser abandonada estrepitosamente en cualquier momento, del mismo modo en que cayó el muro de Berlín. Y precisamente, es el evolucionismo el que intenta desesperadamente encontrar el apoyo del milenario prestigio de la Iglesia Católica.
Este es el punto más débil de la teoría de la evolución: científicamente no se puede sostener.




ARGUMENTOS FILOSÓFICOS:
Y sobre lo que más nos interesa, que es el ser humano, es de todo punto inaceptable que el hombre, ni siquiera su cuerpo provenga de un “homínido”.
Aceptar que el cuerpo del hombre proviene de otros seres no-humanos anteriores a él, y que Dios otorgó o insufló en ellos un alma intelectiva (espiritual), nos llevaría ineludiblemente a romper la unidad jerarquizada del ser humano y la metafísica que sustenta la antropología adecuada.
Ello nos arrastraría antes o después a saltar por encima del catecismo de la Iglesia, de la Teología del cuerpo, de la encíclica “Humani generis”, del concilio de Letran V, del concilio de Viena, de Santo Tomás de Aquino, de San Agustín, de las Sagradas Escrituras, y de Aristóteles, para caer de nuevo en el maniqueismo y en el dualismo platónico.
¿Dónde dejaríamos la unidad del ser?.
¿Dónde quedaría el fin como causa primera?.
¿Dónde ubicar el alma, si no es forma sustancial del cuerpo, puesto que éste ya estaba antes y había sido informado por otra alma no humana?.
¡Cómo plantear esa ineludible sustitución de almas?.
¿Qué hacemos?, ¿volvemos a las antiguas discursiones de hace 8 siglos, sobre si tenemos una única alma o varias?.
La teoría de la evolución niega implícitamente la diferencia entre el hombre y los animales, con lo que animaliza al hombre, negándole un origen distinto al de los animales, haciéndolo igual a ellos.
También lleva implícita la emergencia de las posibilidades intelectuales del hombre desde y como desarrollo de la propia materia.
La teoría de la evolución, y en especial el actual auge de la genética, niega la existencia del alma, confundiendo en una sola cosa “lo que mueve, y lo que es movido”, y otorgando a los genes el papel de ser la “forma sustancial” del cuerpo, lo que en absoluto les pertenece.
Filosóficamente no se puede aceptar la teoría de la evolución, especialmente en lo que respecta al origen del hombre, pero tampoco en lo que respecta al origen de las especies, porque considera a los seres vivos como máquinas montadas a piezas totalmente intercambiables y eso no se puede aceptar.




ARGUMENTOS TEOLÓGICOS:
Desde la teología cristiana, podría aceptarse una teoría de la evolución, que la ciencia hubiese demostrado (lo que no es el caso), siempre y cuando se le efectuasen los siguientes cambios:
· Una teoría de la evolución en la que el azar no es la causa del origen de las especies, sino el Amor de Dios.
· Una teoría en la que la selección natural no es la que rige el destino de los seres, sino la divina Providencia.
· Una teoría en la que los seres no van mejorando progresivamente gracias a mutaciones favorables, sino que fueron creados y merecieron de Dios el calificativo de “bueno”.
· Una teoría en la que la muerte no es un componente básico de la creación, sino algo introducido en ella por el pecado.
· Una teoría en la que no hay hombres de varias especies y de distintas dignidades.
· Una teoría que defienda el monogenismo, que es el origen de todos los hombres a partir de una única pareja, para poder entender nuestra situación de hombres caídos, el verdadero origen del mal y la universalidad de la redención.

La caída, capilla Sixtina – el Vaticano.

Teológicamente, la teoría de la evolución que todos conocemos, no se puede aceptar.




CONCLUSIÓN:
Vistos estos argumentos, nos reafirmamos en que no es posible aceptar desde la fe en Dios Creador, la teoría de la evolución tal y como la conocemos, ni siquiera maquillándola un poco.
Así pues, harían bien los que hacen esas declaraciones sobre la compatibilidad de las dos cosmologías, aclarando a qué teoría se refieren cuando hablan de la evolución, porque lo que la humanidad conoce con ese nombre, es el neodarwinismo, que además de ser científicamente falso, es filosófica y teológicamente inaceptable.
Que nadie se confunda, El Diseño inteligente es la nueva forma que va a adoptar el evolucionismo, sólo que esa inteligencia todopoderosa y creadora va a estar más cerca de Brahma que de Dios Padre, y en todo caso va a aparecer como la inteligencia de la naturaleza ligada a la idea de “Gaya”, una simple vuelta al panteísmo.
Dios hubiera podido crear todas las especies de seres vivos por evolución, si hubiese querido, pero no lo ha hecho así.

Ángel Luis Hurtado Contreras

lunes, 17 de noviembre de 2008

LA ERA DE ACUARIO

SOBRE “LA ERA DE ACUARIO”.

Muchas son las voces que proclaman la inminente llegada de la “Era de Acuario”, y profetizan sobre ella anunciando que será una época dorada para la humanidad, en la que el cristianismo –propio de la era de Piscis- desaparecerá, y será sustituido por una nueva creencia universal que traerá un futuro lleno de armonía, justicia, paz y hermandad entre todos los hombres.[1]
Esas predicciones engalanadas de “espiritualidad”, tienen su fundamento científico-temporal en la astronomía, concretamente en el llamado “movimiento de la precesión de los equinoccios”.

La precesión de los equinoccios

Es este un movimiento muy lento producido por la oscilación del eje de giro de la tierra, el cual, se comporta de forma semejante a como lo hace una peonza cuando cae al suelo y gira cónicamente antes de enderezar su eje verticalmente. Esto hace que la estrella que vemos ahora situada en la proyección de nuestro eje: la estrella polar, se vea desplazada paulatinamente, y vuelva a esa posición coincidiendo con el eje de giro terrestre dentro de 25.920 años. Ello ocasiona que el punto de intersección del ecuador celeste y la eclíptica[2] se desplace hacia el oeste a razón de unos 50” de arco por año (un grado de arco cada 72 años), lo cual hace variar las estrellas colocadas tras el punto vernal (punto estelar marcado por la posición del sol en el equinoccio de primavera) y también las ascensiones rectas y las declinaciones de las estrellas fijas.



Esquema del movimiento “de peonza” del eje terrestre,
el cual origina la precesión de los equinocios.
Dibujo de Ching Sung Yü, publicado como figura nº 59 en la página 360
del libro “Guía de campo de las estrellas y los planetas” de Donald H. Menzel.
Editorial Omega Barcelona 1.979.


Todo esto que parece un complicado asunto de astrónomos, tiene una lectura de gran utilidad para nosotros en este momento. Puesto que el eje de giro terrestre, describe un gran círculo cada 25.920 años, ello implica que el punto vernal se desplaza paulatinamente recorriendo cada una de las constelaciones zodiacales en 2.160 años.


Gran círculo descrito por la prolongación del eje terrestre en una “edad del mundo”.
Dibujo del mismo autor que la anterior, y que aparece como figura nº 60 en el libro citado.


Desde que por primera vez en nuestra época histórica (que sepamos), Hiparco, en el año 139 antes de Cristo, habló de este movimiento de la precesión de los equinoccios, se han venido interpretando cada uno de esos tiempos de 2.160 años, como etapas, o edades del mundo, en la actualidad se denominan “Eras”.

La era de Piscis

Normalmente se entiende como orden dentro de la eclíptica, el que comienza en Aries, y va desde él a Tauro, de Tauro a Géminis, de Géminis a Cáncer etc... La prolongación del eje de giro terrestre se desplaza hacia el oeste, así que tras estar 2.160 años en Tauro, pasa a Aries, se mueve hacia el signo precedente, de ahí el nombre de este movimiento.
La historia de la salvación, recoge y da efectivo cumplimiento y sentido a todos los arquetipos simbólicos, incluidos, claro está aquellos que los hombres han podido, durante milenios, ver reflejados en las estrellas del firmamento. Por ello, vamos a trazar algunos apuntes sobre las últimas Edades (Eras) y su relación con el plan de Dios para salvarnos.
Hubo una época en la que el punto vernal del equinoccio de primavera coincidía con Tauro, y el de otoño con Escorpión. Ese era el eje zodiacal “especialmente simbólico” en ese tiempo; florecían entonces las grandes civilizaciones del “creciente fértil” y del medio y bajo Nilo.
En Egipto se adoraba al buey Apis; los babilonios lo hacían con el toro Marduk (Tauro, el toro). También estaba presente el culto al escorpión y a la serpiente, -que aparecen siempre vinculados en cuanto que ambos son animales rastreros, venenosos y que suelen permanecer ocultos (cf. Lc 10, 19 y Lc. 11, 11)-; sólo tenemos que observar los sarcófagos egipcios o recordar el encuentro de la Vara de Moisés con las serpientes de los magos del faraón (Ex. 7, 8).



Máscara de Tutankamon que se conserva en el Museo Egipcio en El Cairo.
Fotografía de AISA- Barcelona. Publicada en la página 257 del tomo Iº de la
“Historia Universal del Arte”. Edit. Planeta 1.991.



Cuando el movimiento de precesión de los equinoccios empezó a adentrar el punto vernal en el eje Aries – Libra, Dios por medio de Moisés, sacó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, estableció la Pascua (Ex. 12, 21), en la que la sangre de un cordero sin defecto (Aries es un cordero) libró las casa de los israelitas del ángel exterminador. El pueblo elegido, fue al desierto y en el Sinaí, Dios les dio por medio de Moisés las tablas de la Ley (la constelación de Libra es una balanza, símbolo de la Justicia y la ley) (Ex. 24, 12). Hubo algunos de los israelitas que añoraron el pasado en Egipto y en ausencia de Moisés, construyeron un becerro (Tauro) de oro (Ex. 32) y aún mucho después, en la tierra prometida continuaban haciéndolo cuando se alejaban de Dios (Os. 8, 5).
Pasaron los años, y Los Reyes Magos[3] que estaban atentos a estas cosas escudriñando el cielo, vieron la Estrella de Jacob y la siguieron. (que nadie entienda, que nosotros decimos que no hubo tal estrella, que los Magos sólo apreciaron la precesión de los equinoccios. Dios que es el Creador, Amo, Dueño y Señor, hizo surgir una estrella que además, aparecía y desaparecía como nos narra la escritura) Y encontraron al Hijo de Dios y de la Virgen envuelto en pañales en un pesebre. El punto vernal marcaba el eje zodiacal Piscis – Virgo. Ese niño hizo a sus discípulos pescadores de hombres, y el pez, fue el símbolo de los primeros cristianos (Piscis son dos peces), fue María la que dijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”, la Virgen María (Virgo es La Virgen). Muchos judíos, dejaron a Jesús en la Cruz y volvieron a Jerusalém a celebrar la Pascua y todavía siguen haciéndolo, y no sólo ellos.
En ningún momento queremos decir que Dios está sujeto o condicionado por este movimiento. Él lo ha creado todo y ha dispuesto que la tierra gire de este modo, y nosotros, con su ayuda, no podemos más que apenas vislumbrar alguno de los signos de los tiempos.
Lo que acabamos de exponer sobre las eras de Tauro y Aries, nos muestra claramente como los símbolos ancestrales y universales, son realizados, cumplidos en la historia de la Salvación. Y nos recuerda que en los hombres hay una fuerte tendencia a la cristalización, a quedarnos con lo conocido, con el hombre viejo; tendencia esta, de la que no podríamos ni soñar con liberarnos, sin la ayuda de la infinita misericordia de Dios.
Aunque es difícil encuadrar todo esto con una precisión exacta ajustándolo con las fechas, algunos autores colocan el paso de Aries a Piscis en la fecha en que Hiparco escribió sobre ese movimiento, el 139 a.C.; otros como J.G. Bardet, se decantan por el año 30 antes de Cristo; pero para otros, como Emilio Saura y para nosotros mismos, el nacimiento de Cristo es de tal magnitud y trascendencia -sólo superable por “la hora” del misterio del Gólgota-, que no pudo por menos que coincidir con ese momento en el que el punto vernal entraba en 0º Aries, en el tiempo en el que se sobreponen coincidentes el zodiaco tropical y el estelar, un momento en el que todo el cosmos se “ajusta”. Por lo que para nosotros, la entrada del punto vernal en Piscis, coincide con el punto de partida de nuestro cómputo temporal actual, con el nacimiento del Mesías en Belén.[4] Es tal la trascendencia de la Encarnación que parte el tiempo en antes y después de ella.

La era de Acuario

Visto que es difícil precisar con exactitud el comienzo de la era de Piscis, lo mismo ocurre con las demás, pero ateniéndonos a lo dicho, podemos decir que la era de Acuario empezará aproximadamente dentro de un siglo y medio, pero ya hay algunos que “ansiosos por oír novedades” están ya hablando de ella y amenazando con engañar a los elegidos por el Señor:
“Estos signos de los tiempos, que emergen de la segunda secularización, llamada por los sociólogos teóricos “segunda muerte de Dios”, afectan también a la misma Iglesia, a los sacerdotes, religiosos y laicos, amenazando así con generar el peor de los males: la secularización de la conciencia de la Iglesia, la perversión de su fe y la inversión de los principios y de las normas de su moral.
Tal es el gran desafío que tiene ante sí la Iglesia. Porque, se trata de un reto de tales dimensiones y tan nuevo, que los espíritus más lúcidos hablan de la emergencia de una “época post-metafísica”, de una “sociedad post-cristiana”, de un periodo histórico determinado por la muerte del hombre y por el anti-humanismo, de una “era del vacío”. Se explica así que la “New Age” afirme, si bien con ilusoria soberbia, que la era de Acuario sucederá implacablemente a la era de Piscis, sentenciada sin remedio a la muerte”.[5]
Pues aunque Jesús mismo lanzó la pregunta: “¿Encontrará fe en la tierra cuando venga el Hijo del Hombre” (Lc. 18, 8). También nos aseguró que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia (Mt. 16, 18). El tiempo es lineal, no es un absoluto, ni es una magnitud cíclica. El cristianismo, y en especial la Iglesia Católica permanecerán en la tierra hasta que Jesús vuelva en Gloria.


“STAT CRUX DUM VOLVITUS ORBIS”[6]

Y para dar una referencia que invalida de raíz todas las especulaciones en el sentido de que la era de Acuario cuando llegue traerá algo nuevo, algo post-cristiano, algo “mejor”, más “actual”; podemos decir que la constelación de Acuario, ha sido vista siempre, hasta donde podemos saber como la han visto los seres humanos, tanto en oriente como en occidente, como un hombre con un gran cántaro de agua, la cual, vierte inagotablemente sobre la constelación del “Piscis Austrinus”, que es un pez solitario, -no es ninguno de los dos peces que forman la constelación zodiacal de Piscis, son otro grupo de estrellas-. Es una pequeña constelación que pasaría desapercibida a no ser por su estrella alfa (la más brillante del grupo) que se llama Fomalhaut, palabra que es una adaptación francesa del árabe famal-hut que significa: “la boca de la ballena”; esto nos lleva directamente a la “señal de Jonás”, a la muerte, a la ballena que te engulle si estás fuera de la barca (la iglesia). Y es en la boca de esa ballena en la que Acuario vierte su agua vivificadora, por lo que podemos asociar claramente esa agua, con la gracia santificadora que nos saca de la muerte en la que caemos como Jonás, cuando nos negamos a hacer la voluntad de Dios. El agua que ofreció Jesús a la samaritana.


Constelación de Acuario. Dibujo publicado en la página 21 del libro “Mapas celestes antiguos” de Carole Stott, publicado por editorial Ágata. Madrid 1.995.

Aparte de la imagen de Cristo vertiendo de su costado el río de agua viva, podemos tomar la referencia que nos dan San Marcos y San Lucas: “Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: Id a prepararnos lo necesario para celebrar la Pascua. Dijeron ellos: ¿Dónde quieres que lo dispongamos?.
Les respondió: Cuando entréis en la ciudad, encontrareis un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa en la que entre. Y diréis al padre de familia: -El Maestro te envía a decir: ¿Dónde está la sala en que yo he de comer el cordero pascual con mis discípulos?-. Y él os enseñará en lo alto de la casa, una sala grande arreglada, preparad allí lo necesario.
Cuando fueron, lo hallaron todo como les había dicho, y dispusieron la Pascua” (Lc. 22, 8).
Era lo usual que las mujeres hebreas o las esclavas fuesen a por el agua, por eso a los discípulos no les fue difícil encontrar en Jerusalém un hombre que llevase un cántaro. El término griego usado para indicar que llevaba un cántaro, indica claramente que era grande o bien muy pesado.
El Evangelio nos traba la imagen de la constelación zodiacal de Acuario, con la celebración de la Pascua, la “Última cena” de Jesús con sus discípulos. ¿Qué celebramos en cada Eucaristía los católicos?: celebramos la Pascua, los discípulos con el Señor, en cada eucaristía, y de forma especial y solemne en la Vigilia Pascual.
Que buena imagen: el hombre vertiendo el agua de la vida sobre la boca de la ballena, sobre los que estarían muertos, para representar la Eucaristía. Dios mismo, es el alimento que nos mantiene vivos: Dios nos ama y su Hijo Único ha vencido a la muerte y nos ha salvado.
Pues como dice San Pablo: “En distintas ocasiones y de muchas maneras hablo Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo” (Heb. 1, 1 y 2).
Así pues, cuando el punto vernal entre en Acuario, si el Señor, todavía no ha venido en Gloria, la Iglesia, seguirá celebrando la Eucaristía (Pascua) y Evangelizando (vertiendo el agua de la vida sobre la boca de la ballena) para sacar a los hombres de la muerte y nada podrá estar más en armonía en ese tiempo con el cosmos creado, que eso mismo.
El asunto de la “Nueva Era” no es ninguna broma, hasta el punto que el Pontificio Consejo para la Cultura y el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, han publicado hace poco un documento titulado: “Jesucristo, portador del Agua de la Vida”; en el que de manera provisional trata específicamente el tema. En su prefacio, se puede leer entre otras muchas aclaraciones: “Aun cuando se pueda admitir que la religiosidad de la “nueva era” en cierto modo responde al legítimo anhelo espiritual de la naturaleza humana, es preciso reconocer que tales intentos se oponen a la revelación cristiana. En la cultura occidental en particular, es muy fuerte el atractivo de los enfoques “alternativos” a la espiritualidad. Por otra parte, entre los católicos mismos, incluso en casas de retiro, seminarios y centros de formación para religiosos, se han popularizado nuevas formas de afirmación psicológica del individuo. Al mismo tiempo, hay una nostalgia y una curiosidad crecientes por la sabiduría y por los rituales de antaño, lo cual explica en parte el notable aumento de la popularidad del esoterismo y del gnosticismo. Muchos se sienten especialmente atraídos por lo que se conoce –correctamente o no- como “espiritualidad” celta, o por las religiones de los pueblos antiguos. Los libros y los cursos sobre espiritualidad o sobre religiones antiguas u orientales son un negocio floreciente y con frecuencia reciben el apelativo de “nueva era” por razones de carácter comercial. Pero los vínculos con dichas religiones no siempre están claros. De hecho, con frecuencia se niegan.
Un discernimiento cristiano adecuado del pensamiento y de la práctica de la “nueva era” no puede dejar de reconocer que, como el gnosticismo de los siglos II y III, ésta representa una especie de compendio de posturas que la Iglesia ha identificado como heterodoxas. Juan Pablo II ha alertado respecto al “renacimiento de las antiguas ideas gnósticas en la forma de la llamada New Age. No debemos engañarnos pensando que ese movimiento pueda llevar a una renovación de la religión. Es solamente un nuevo modo de practicar la gnosis, es decir, esa postura del espíritu que, en nombre de un profundo conocimiento de Dios, acaba por tergiversar Su Palabra sustituyéndola por palabras que son solamente humanas.
La gnosis no ha desaparecido nunca del ámbito del cristianismo, sino que ha convivido siempre con él, a veces bajo la forma de corrientes filosóficas, más a menudo con modalidades religiosas o para-religiosas, con una decidida aunque a veces no declarada divergencia con lo que es esencialmente cristiano”.


[1] Cf. Con el documento: “Jesucristo, portador del agua de la vida” del Pontificio Consejo para la Cultura. Vaticano – 2003 – p. 5, 52 y 92.
[2]La Eclíptica es una banda del cielo, una franja por la que siempre discurren el Sol y los planetas y que rodea a la Tierra como un anillo lejano, y que coincide con la proyección sideral del plano del ecuador del sistema solar. Está dividida en 12 partes de 30º, cada una de las cuales está representada por la constelación que hay en ella; éstas son las doce constelaciones del “zodiaco”.


El movimiento normal del Sol y los planetas vistos desde la Tierra, es desde Aries a Tauro; de Tauro a Géminis etc.., pasando el sol un mes delante de cada signo zodiacal.
[3] Por muchas que sean las consideraciones que puedan hacerse sobre los tres Reyes Magos y sobre si lo que vieron y siguieron fue una estrella especial, una estrella nueva para aquella ocasión, ninguna de ellas podrá demostrar que lo que pasó no fue lo que relatan las Escrituras. Hemos visto trabajos de estudiosos serios que han planteado que esa estrella era una inusual conjunción planetaria de Júpiter y Saturno, o de otro grupo de planetas. Y también a otros decir que ese verse y dejarse de ver, debió de deberse a la presencia de nubosidad.
Parece que tenemos serios problemas para aceptar lo sobrenatural, estamos empeñados en quitarle a todo su parte misteriosa. Detrás de todas esas búsquedas suele estar una incapacidad de aceptar la Escritura como un niño; y después como un ser humano adulto, creyente y racional, aceptar y entender que el Creador, Dueño y Señor de todo, para un momento tan trascendente, puso una estrella en el cielo para que guiase a los Reyes Magos.
[4] Los errores en las fechas que se pudieron introducir al establecer el calendario juliano, podrían llevarnos algunos años hacia atrás, en el supuesto de que pudiesen ser suficientemente demostrados. Pero en cualquier caso, el ajuste de la fecha de nuestro calendario con el número exacto de vueltas que ha dado la Tierra alrededor del Sol desde que nació Jesús, no afectaría decisivamente a nuestra situación.
[5] Cita tomada de la página 18 del Plan Pastoral 2.002 a 2.005 de la diócesis de Cartagena. Su primera parte es una lúcida instrucción pastoral del Sr. Obispo D. Manuel Ureña Pastor sobre los nuevos signos de los tiempos.
[6] “La Cruz, permanecerá erguida mientras el mundo gire”.
Angel Luís Hurtado Contreras
Semogil 2008

lunes, 3 de noviembre de 2008

LA ARRIXACA, TRONO DE LA SABIDURÍA



La Virgen de la Arrixaca es venerada en la ciudad de Murcia (España). Es una talla de madera policromada de finales del románico, que data del siglo XII. Su festividad se conmemora el último domingo del mes de mayo, ya que el 1 de mayo de 1243 el infante don Alfonso (posteriormente Alfonso X el Sabio), hijo de Fernando III el Santo entraba pacíficamente en la ciudad de Murcia, tras lo acordado en el Tratado de Alcaraz con los sucesores de Ibn Hud, el último auténtico emir árabe de Mursiya.



Su nombre, Santa María de la Arrixaca, proviene del lugar de donde se le rindió culto, el arrabal de la Arrixaca, que viene de Al-Rasc, que significa "elegante". Hay una leyenda popular bastante peregrina que explica el origen del nombre a que la imagen la encontró un labrador que araba el campo con una yegua o jaca mientras pronunciaba "arre" para que ésta avanzara. En aquel tiempo vendría a ser como Arri (de arre) y Xaca (de jaca) que se fusionarían como Arrixaca.

Hay controversia entre los distintos investigadores si la imagen ya estaba en Murcia a la llegada del futuro rey Alfonso o si fue él mismo el que la trajo a la ciudad. En el primer caso, se apunta a que la imagen se localizaba en una capilla del arrabal de la Arrixaca, donde se les permitía el culto cristiano a los mercaderes italianos, principalmente de Pisa y Génova. Los cuales venía por el comercio de la seda, ya que en la esa época la ciudad de Murcia era una de las principales productoras del Mediterráneo. La segunda hipótesis es que la imagen fue traída por el infante don Alfonso y situada en una ermita mozárabe del barrio de la Arrixaca.
En cualquier caso, don Alfonso la nombra patrona del Reino de Murcia y le dedica sus famosas Cantigas, especialmente la 169.

Actualmente está en la Iglesia de San Andrés y cedió su nombre de patrona a la Virgen de la Fuensanta (conocida por aquel entonces como Virgen de las Fiebres) cuya imagen se cuenta que apareció en un cuadro en una cueva y cobró importancia y devoción al ser sacada en procesión durante las epidemias medievales que azotaron la ciudad.

Este hecho histórico está cargado de controversia. En 1746 por motivos de devoción deja de ser patrona de la ciudad de Murcia, no obstante Alfonso X la nombró patrona del Reino de Murcia, predecesor de la Región de Murcia. Oficialmente dicho nombramiento no ha sido revocado. Por lo tanto y según la Historia, Santa María de la Arrixaca es la patrona de Murcia por el aún vigente nombramiento de Alfonso X. No obstante, la devoción popular hace que la verdadera patrona sea Santa María de la Fuensanta para casi todos los murcianos.

TRONO DE LA SABIDURIA

Las primeras representaciones de la virgen que aparecen en las catacumbas nos la representan con el niño en el regazo. Parece ser este el origen de la virgen románica medieval, como la Virgen de la Arrixaca. El seno de Maria es el Trono en el que sienta el Rey del universo, Jesucristo. Las vírgenes románicas van adoptar esta forma donde la virgen se representa sentada y sobre sus rodillas sostienen a Jesús. La virgen es el Trono de Cristo. La tradición de la Iglesia ve en Cristo la sabiduría divina personificada de la que nos habla el libro del Sirácida y los Proverbios. Esta virgen-trono es por tanto Trono de la Sabiduría. Por esto podemos ver en la Virgen de la Arrixaca este trono de la Sabiduría que es Cristo.

Era frecuente desde el siglo X leer en las misas de Santa María algunas lecturas del libro del Sirácida (Sir 24) y Proverbios (Pro 8,22-31) en los que la Sabiduría divina aparece personificada. Desde el siglo XII, en las Laudes y Letanías marianas se atribuyen a María los títulos de Madre de la Sabiduría, Fuente de la Sabiduría, Casa de la Sabiduría, y Trono de la Sabiduría. Con este título se venera a María en muchas Iglesias particulares, universidades, e Institutos religiosos, entre los que destaca la Compañía de María, fundada por san Luis María Grignon de Monfort (+ 1716).

Este “nombre” nos está indicando:

· La función maternal de María, porque en su seno purísimo se ha formado y ha vivido Cristo, la Sabiduría del Padre.

· Su dignidad real, porque su Hijo Jesús es el heredero del trono de David, el Mesías prometido por Dios al pueblo judío.

· Su sabiduría y prudencia, porque María aparece en el evangelio como la “virgen sabia”, que ha guardado las palabras de Cristo en su corazón y las ofrece a la Iglesia y al mundo.
Antonio Sánchez Rodríguez
Murcia 2008

martes, 7 de octubre de 2008

LA DECADENCIA DE OCCIDENTE

De la negación de Dios a la negación de la razón y sus consecuencias políticas a la luz de Fides et Ratio

INTRODUCCIÓN
La renuncia de la civilización occidental a la Verdad como Absoluto y a la verdad sobre su origen cristiano, manifestada en el hecho de que las autoridades políticas europeas hicieran oídos sordos a la “petición” del Papa Juan Pablo II de reconocer el origen grecorromano y judeo-cristiano de Europa en el preámbulo de la Constitución europea, puede marcar el fin de una cultura sin parangón en logros a favor del hombre.
De hecho, esto ha ocurrido con todas las grandes civilizaciones e Imperios desaparecidos. En cuanto han olvidado su origen, su identidad, su razón de ser, han comenzado una decadencia que ha acabado con ellos.
Con el presente trabajo intentaré exponer que esta renuncia a la Verdad, en su doble sentido antes citado, no es algo puntual y actual, sino la consecuencia de un decaimiento progresivo de la filosofía y, por tanto, de la confianza en la razón. Decaimiento éste que va unido a la negación del Dios cristiano, un Dios personal y cercano a la realidad existencial del ser humano. El mismo comienzo de la encíclica Fides et Ratio me permite sostener esta tesis al afirmar el estrecho vínculo existente entre fe y razón en su búsqueda de la verdad: “la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad” (Preámbulo FR).

1. LA NEGACIÓN DE DIOS. LA ILUSTRACIÓN Y LOS “PADRES DE LA SOSPECHA”: DEL DEÍSMO AL ATEÍSMO
A lo largo de la historia, el Dios personal, cristiano, ha sido negado muchas veces, pero me centraré solo en dos momentos históricos, en dos “corrientes” que considero muy importante en relación al tema que tratamos.
a) La Ilustración y el deísmo. En el siglo XVIII y procedente del racionalismo del siglo XVII surge la Ilustración como un nuevo período histórico caracterizado por su optimismo en el poder de la razón y en la posibilidad de reorganizar a fondo la sociedad a base de principios racionales[1]. Este sería un hecho positivo en sí mismo si no fuera porque junto al poder de la razón se va a negar la existencia de un Dios personal. Para el deísmo, Dios es principio y causa del universo, pero dicho Dios no se ocupa de los hombres, de su historia ni destino[2]. Si bien es verdad que no se niega la existencia de Dios, la relación fe-razón comienza a desequilibrarse en cuanto que solo la razón puede ayudar al hombre a resolver los grandes dilemas de su existencia y Dios queda al margen. Dios, la fe, la revelación no son válidos como argumento racional.
Lejos de quedarnos en esta situación, el pensamiento occidental continuaría avanzando por un camino erróneo que partiendo del racionalismo cartesiano nos iba a llevar en la segunda mitad del siglo XIX al rechazo de más de veinte siglos de pensamiento.
b) Los “padres de la sospecha” y el ateísmo. Con el apelativo de “padres de la sospecha” me refiero a una serie de pensadores que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, van a rechazar todo el bagaje cultural y de pensamiento europeo. Entre estos autores podemos encontrar a Feuerbach, Nietzsche y Marx. Frente al idealismo hegeliano que intentó “de diversos modos transformar la fe y sus contenidos,…, en estructuras dialécticas concebibles racionalmente” (FR 46), van a surgir estos autores con “diferentes formas de humanismo ateo, elaborado filosóficamente” (FR 46), que presentaba la fe como “nociva y alienante para el desarrollo de la plena racionalidad” (FR 46). Más aún estos humanismos ateos no solo negaron la existencia de Dios y afirmaron la irracionalidad de la fe, sino que se presentaron a sí mismos como “nuevas religiones creando la base de proyectos que, en el plano político y social, desembocaron en sistemas totalitarios traumáticos para la humanidad” (FR 46).

2. LA NEGACIÓN DE LA RAZÓN: LA CRISIS DEL SENTIDO DE LA VIDA[3]
Según el número 81 de Fides et Ratio, uno de los problemas del pensamiento actual es la “crisis del sentido” de la vida. Pero ¿por qué hemos llegado a esta crisis? ¿Qué relación existe entre esta crisis del sentido y la desconfianza en la razón?
Juan Pablo II nos responde a estas preguntas cuando afirma que “la pluralidad de las teorías que se disputan la respuesta o los diversos modos de ver y de interpretar el mundo y la vida del hombre, no hacen más que agudizar esta duda radical, que fácilmente desemboca en un estado de escepticismo y de indiferencia o en las diversas manifestaciones del nihilismo”[4]. La negación de Dios y la ruptura con la historia del pensamiento europeo que encontrábamos en los “padres de la sospecha” no fue acompañada de una nueva línea de pensamiento, de un nuevo enfoque o nueva respuesta a los problemas del hombre. No era posible que dieran esta nueva respuesta porque negada la Verdad, negado Dios, negado Cristo, es imposible acercarse a la verdad sobre el hombre[5]. Esta situación dio paso a esa “pluralidad de respuestas” a la que hacía referencia el Papa, y a la que el Cardenal Joseph Ratzinger denominó “dictadura del relativismo” en la Homilía pronunciada en la Misa Pro-eligendo Pontifice tras la muerte de Juan Pablo II.
Ahora bien, esta desconfianza en la razón humana y esta crisis del sentido de la vida no se ha producido únicamente en el “mundo” de los grandes pensadores, sino también en el vivir diario de cada ciudadano mundial. En el ciudadano de a pie es cierto que han influido todas las corrientes de pensamiento de las que hemos hablado antes, pero lo que realmente ha provocado en él esta desconfianza y esta crisis no ha sido otra cosa que los grandes horrores del siglo XX: las dos guerras mundiales, las revoluciones comunistas, las bombas atómicas, la guerra fría, etc. Todos estos acontecimientos han desencadenado un desencanto por las posibilidades de la razón humana, a la par que han negado cualquier sentido de la vida de un ser capaz de estos males.
Frente a este panorama ha resurgido el carpe diem como modo de vida, el hombre se ha encerrado “en sí mismo, dentro de los límites de su propia inmanencia, sin ninguna referencia a lo trascendente”[6].
En resumen, el ateísmo y el rechazo de la cultura europea unidos a los grandes males provocados por el hombre (y su razón), han tenido como consecuencia “cerrar el cielo”, provocando así cualquier sentido trascendental a la vida humana.

3. LA POLÍTICA ACTUAL
A partir del número 86 de la encíclica, el Papa pone de relieve los errores presentes en las actuales corrientes de pensamiento. De tosas esas corrientes me detendré en el pragmatismo (FR 89), porque conduce a la democracia al arrinconamiento de cualquier “referencia a fundamentos de orden axiológico y, por tanto, inmutables. La admisibilidad o no de un determinado comportamiento se decide con el voto de la mayoría parlamentaria”[7].
Esta situación de relativismo moral y consenso político es contraria al reconocimiento de la existencia del Bien Absoluto. Este hecho no es casualidad, sino el fruto del proceso señalado en los dos apartados anteriores. La decadencia moral y política de occidente deriva de una previa caída de la confianza en la razón para alcanzar la Verdad, lo que a su vez es una consecuencia directa del alejamiento del Dios personal y creador, que ama al ser humano, llenando e impulsando así el espíritu del hombre a la búsqueda y contemplación de la Verdad (FR 4).
3.1. El fin de la metafísica y la crisis del derecho y la política[8]
“Los padres de la sospecha” renegaron de la cultura tradicional occidental, rechazaron la “filosofía perenne”. Este rechazo pone en duda la metafísica. Éste fue el punto de partida del Cardenal Joseph Ratzinger en su discurso de agradecimiento pronunciado el 10 de noviembre de 1999 con ocasión de serle conferido el grado de docto Honoris Causa en Derecho por la Facultad de Derecho de la universidad italiana LUMSA. En dicho discurso, Ratzinger establecía una estrecha relación entre el fin de la metafísica y la crisis o riesgos actuales del Derecho.
Ratzinger considera que el fin de la metafísica ha dado paso al “positivismo jurídico” cuya expresión práctica es la teoría del consenso (relativismo). Pero ¿en base a qué establece esta relación? La negación de la Verdad (fin de la metafísica) hace que la razón no pueda aspirar a mayor “verdad” que la que es así reconocida por el consenso de la mayoría parlamentaria. De este hecho se deduce la reducción de la ética a política, a Derecho, y su consecuencia más grave radica en el hecho de que matrimonio y familia son cada vez menos las formas sustentadoras de la comunidad estatal, y quedan sustituidas por múltiples formas de convivencia, a menudo lábiles y problemáticas.

Más aún, el fin de la metafísica, no solo nos conduce a la reducción de la ética a la política y al descrédito del matrimonio y la familia, sino que también se pone en duda la esencial diversidad del hombre respecto a los animales, con lo cual se produce el fin de la antropología; como no podemos conocer la Verdad sobre el hombre, abandonemos esta búsqueda y centrémonos en decidir como queremos que sea el hombre[9].
3.2. El diálogo fe-razón en el Estado moderno. Habermas y Ratzinger: del sincretismo a la jerarquía de la Verdad
Por último voy a tratar dos posibles soluciones a las consecuencias políticas nacidas del desencuentro fe-razón. El 19 de enero de 2004 Habermas y Ratzinger expusieron su visión acerca de “las bases morales pre-políticas del Estado liberal” en la Academia Católica de Baviera en Munich. Ambos autores estaban de acuerdo en la necesidad del diálogo fe-razón para garantizar la sostenibilidad del Estado moderno, pero entienden de modo distinto ese diálogo y, por tanto, el Estado.

a) Habermas defendía un liberalismo político que se entiende como una justificación no-religiosa y post-metafísica de los fundamentos normativos del Estado constitucional democrático. También hacía alusiones a lo positivo de la relación entre cristianismo y filosofía griega, que permitió entre otras cosas reconocer la igual dignidad de todos los hombres como una traducción secular de la afirmación religiosa del ser humano como imagen de Dios. Consideraba también que las personas que profesan una religión tienen que ser respetadas por la sociedad, tanto a nivel personal como al nivel de sus pensamientos y de su ethos religioso.
Ahora bien a mi modo de ver Habermas no acierta cuando pretende desvincular la democracia occidental (liberal y constitucional) de cualquier componente religioso en su origen, cuando pretende hacer creer que la Declaración de los Derechos Humanos es un logro de la razón occidental al margen del pensamiento y tradición cristianos o cuando considera que el diálogo del Estado o de la sociedad no creyente debe ser el mismo con todas las confesiones religiosas, como si todas tuvieran el mismo nivel de verdad. Mi intención no es defender la Verdad del cristianismo desde la revelación, sino desde la verdad del ser humano, en cuanto que es la única religión que siempre ha defendido la vida y la ha considerado como el valor más positivo del que goza el hombre y sin el cual no tendría ningún derecho ni ninguna posibilidad de diálogo. Es cierto que el diálogo social interreligioso es bueno para el Estado, pero el Estado tiene que buscar la Verdad y garantizar los derechos verdaderos del hombre y no los que sean aceptados por una mayoría parlamentaria o ciudadana, ni los que aplaquen la ira de los violentos, lo sean por motivos religiosos o por motivos contra-religiosos.

b) Por otro lado, Ratzinger, aún siendo defensor de un diálogo interreligioso, considera que la relación entre la fe cristiana y la razón es el único medio para frenar una gran serie de problemas a los que se enfrenta el Estado moderno. Entre estos problemas encontramos:

1. La interculturalidad, que ha quebrado certezas éticas consideradas básicas y que ha propuesto la construcción de un “ethos universal”, una ética de mínimos, que se ha quedado simplemente en una abstracción.

2. El avance científico, que ha cambiado las cosmovisiones y antropologías rompiendo viejas certezas morales y queriendo situarse a sí mismo como productor de ethos.

3. El poder como decisión de las mayorías, que puede dar lugar a medidas injustas.

4. Las nuevas formas de poder: terrorismo religioso (Bin Laden), producción de seres humanos y la sustitución de la razón por la ciencia apoyada en la máxima “si la ciencia lo puede, hágase”.

Una de las causas de todos estos problemas la encontramos en la ruptura de la relación entre razón y naturaleza en la que se apoyaba el derecho natural. Dicha ruptura es consecuencia de la teoría de la evolución, que nos ha conducido a la siguiente situación: en lugar de ser el hombre un sujeto de derechos por el hecho de ser hombre y, por tanto, tener que descubrir en su naturaleza cuáles son sus derechos; se ha reconocido en el hombre un sujeto de derechos, independientemente de su naturaleza y, por tanto, esos derechos han de ser inventados.

4. CONCLUSIÓN
La ruptura del diálogo fe-razón ha tenido consecuencias graves para el Estado occidental, liberal y democrático. La negación de Dios y de la metafísica nos conduce a una política débil, sin convicciones, apoyada en las modas de las mayorías, etc. El gran problema que se deriva de todo esto no es el ataque voraz que esta sufriendo el cristianismo, sino la destrucción progresiva del ser humano que queda a la merced de la ciencia no controlada por la razón ni la fe, de las confesiones religiosas que son contrarias a la vida o que no reconocen la igualdad de todos los seres humanos, de los lobbys que están legislando contra la propia naturaleza del ser humano.
Frente a esta situación debe, pues, la fe tratar de sanar a la razón humana y conservarla por medio de una justa educación que le permita discernir lo justo, “lo que es conforme a la exigencia interna del ser humano de todos los lugares, y que lo distingue de aquello que es destructivo para el hombre”[10]. Por otra parte, también debe la fe reconocer sus errores[11] y dejar que la razón sea su órgano purificador y ordenador, como ya ocurría en los Padres de la Iglesia[12].


[1] cf. “Ilustración” en J. Ferrater Mora, “Diccionario de Filosofía” Tomo II, pp. 1761ss. Barcelona, 1994
[2] cf. “Deísmo” en J. Ferrater Mora, “Diccionario de Filosofía” Tomo I, pp. 801-802. Barcelona, 1994
[3] cf. FR 81
[4] cf. FR 81
[5] cf. GS 22
[6] cf. FR 81
[7] cf. FR 89; EV 69; Joseph Ratzinger en Homilía de la Misa “Pro Eligendo Pontifice” del 18 de abril de 2005; Joseph Ratzinger en La crisis del Derecho. Discurso de agradecimiento por la concesión del grado de doctor Honoris Causa en Derecho en la Universidad Italiana LUMSA del 10 de noviembre de 1999.
[8] Joseph Ratzinger en La crisis del Derecho. Discurso de agradecimiento por la concesión del grado de doctor Honoris Causa en Derecho en la Universidad Italiana LUMSA del 10 de noviembre de 1999
[9] Evolución de la antropología filosófica desde Kant a Foucault
[10] Joseph Ratzinger en La crisis del Derecho. Discurso de agradecimiento por la concesión del grado de doctor Honoris Causa en Derecho en la Universidad Italiana LUMSA del 10 de noviembre de 1999
[11] Joseph Ratzinger en La crisis del Derecho. Discurso de agradecimiento por la concesión del grado de doctor Honoris Causa en Derecho en la Universidad Italiana LUMSA del 10 de noviembre de 1999
[12] Joseph Ratzinger en “Las bases morales pre-políticas del Estado liberal”, ponencia pronunciada en la Academia Católica de Baviera en Munich el 19 de enero de 2004


Pedro Cesar Carrillo Martínez
Alcantarilla 2008

martes, 20 de mayo de 2008

EL ABRAZO DE LA VIRGEN



Sobre la imagen de la Virgen María abrazando a Juan Pablo

Esa imagen está estrechamente relacionada con el atentado que sufrió Juan Pablo II en la tarde del 13 de Mayo de 1.981 en la plaza de San Pedro en Roma. A la misma hora y el mismo día en que la Virgen María se apareció por primera vez a los tres pastorcillos de Fátima en 1.917.


Al recibir los disparos, Juan Pablo II, con la sotana inundada de sangre y antes de perder el conocimiento, logró pronunciar en polaco: “¡María, Madre mía! ¡María, Madre mía!”(1).


Al mediodía siguiente, cuando recuperó el conocimiento tras una operación de seis horas y de casi morir desangrado, Juan Pablo II, pregunta a su secretario: ¿Hemos dicho completas?, y tras conversar con él débilmente, le pide que le traiga al hospital todos los “papeles” de Fátima.


Una de las cosas que la Virgen María había dicho a los tres pastorcillos era: “Si no se cumplen mis peticiones, Rusia extenderá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia: los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho y varias naciones serán aniquiladas”.

La imagen de la Virgen de Czestochowa, patrona de Polonia, está en el santuario de Jasna Góra que en polaco quiere decir “La luz que disipa las tinieblas·”. En el cuadro al que nos referimos, los pliegues del paño de la Virgen coinciden. A sus pies se conserva en la actualidad la sotana blanca llena de la sangre del Santo Padre del día del atentado.

A los pocos días del atentado, un católico polaco que había estado presente en la plaza de San Pedro el día 13 de Mayo, volvió al Vaticano con una de las fotos que había tomado justo en el momento de los disparos. En la foto se insinuaba veladamente la imagen de la Virgen María con un manto azul rodeando con sus brazos a Juan Pablo II que caía abatido por los disparos. Tras examinar la fotografía, Mons. Dziwisz, secretario personal del Papa le contestó a su compatriota: “no es usted el único”. Inspirada en esa fotografía, una monja polaca realizó la pintura que ahora comentamos, y las Hermanas de Belén han hecho tallas inspiradas también en la fotografía. (2)

El cardenal Ugo Poletti, reveló algunas frases de la conversación que mantuvo Juan Pablo II con el turco Ali Agca autor material del atentado cuando el Papa, lo visitó en la prisión el 27 de Diciembre de 1.983. El prisionero le preguntó: ¿Por qué no está usted muerto?. Yo sé que estaba muy cerca y que apunté bien. Se que la bala era destructora y mortal. Entonces, ¿por qué no murió?. ¿Qué es eso que se dice de Fátima?. No sabemos lo que le respondió el Papa, pero él mismo, más tarde diría: “Una mano disparó la bala y otra mano la guió”. Y cuando diez años después era felicitado en Brasil por sus trece años de pontificado, dijo: “No, no podemos hablar de trece años. Es más exacto hablar de tres años de pontificado y diez de milagro”.(2) Al ser elegido Papa le fue hecha una profecía por el cardenal Wyszynski, primado de Polonia: “El Señor te ha llamado, debes hacer entrar a la Iglesia de Cristo en el tercer milenio”. Pero en el año 1.994, tras una larga estancia en el hospital por haberse fracturado el cuello del fémur, lo que le haría perder paulatinamente movilidad hasta su muerte, dijo en unas palabras a los fieles en la plaza de San Pedro: “Y yo comprendí que debía hacer entrar a la Iglesia de Cristo al tercer milenio, mediante la oración y por diferentes iniciativas, pero he visto que eso no bastaba: había que hacerla entrar con el sufrimiento, con el atentado de hace trece años y con este nuevo sacrificio”. Cuando ya muy aquejado de dolores y muy debilitado por el Parkinson, le decían que por qué no se retiraba y descansaba, el contestaba:
“¿Se bajó Cristo de la Cruz?.
Efectivamente el atentado está relacionado con la cruz, no sólo por el sufrimiento personal del Papa, sino por el de toda la Iglesia, y de manera misteriosa, estaba profetizado por el llamado “tercer secreto de Fátima”, secreto que conocieron sucesivamente Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, y que sólo fue hecho público después del atentado, cuando se derrumbó el comunismo, se desintegró la URSS y se derribó el muro de Berlín.(3)
Y a los pies de la Cruz, lo esperaba la Virgen María, en el sitio en el que vio morir a su hijo, y fue dada a los hombres como madre (cf. Jn. 19, 25). María detuvo la bala que se paró providencialmente junto a la arteria aorta.

Toda esta relación del atentado, con Fátima y con el sufrimiento, tuvo otro gran fruto, y es que mientras estaba recuperándose en la clínica Gemeli, Juan Pablo II escribió el borrador de su Carta Apotólica: “Salvifici Doloris” (el sufrimiento, el dolor que salva). En ella Juan Pablo II aporta una visión estremecedora y a la vez llena de esperanza para el que sufre: “En el sufrimiento, se esconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial”.(4) “ El sufrimiento, parece pertenecer a la trascendencia del hombre; es uno de esos puntos en los que el hombre es en cierto sentido impelido a superarse a sí mismo, y de manera misteriosa, es llamado a hacerlo” (5). Ante el sufrimiento, el hombre por naturaleza, protesta y pregunta ¿porqué?, pero esta pregunta no tiene respuesta a nivel humano, sólo hay una respuesta con sentido: “El hombre se siente condenado a recibir ayuda y asistencia por parte de los demás y, a la vez, se considera a sí mismo inútil. El descubrimiento del sentido salvífico del sufrimiento en unión con Cristo transforma esa sensación deprimente. La fe en participar, en colaborar con los sufrimientos de Cristo en su pasión, lleva consigo la certeza interior de que el hombre que sufre, -completa lo que falta a los padecimientos de Cristo- que en la dimensión espiritual de la obra de la redención, sirve como Cristo para la salvación de sus hermanos. Por lo tanto, no sólo es útil a los demás, sino que realiza, incluso un servicio insustituible” .(6) “No es fácil para el hombre que sufre llegar a esa madurez espiritual, ......que es fruto de una particular conversión......El sufrimiento es en sí mismo, probar el mal.....Y no puede ser cambiado desde fuera, tiene que ser fruto de un proceso interior, por una gracia especial que coloca al sufriente, codo con codo con Cristo en la Cruz, y su Espíritu de Verdad, convierte la debilidad del hombre en fuerza de Dios”. (7) “Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual”. Y termina su Carta el Papa Juan Pablo II diciendo: “Y os pedimos a todos los que sufrís, que nos ayudéis. Precisamente a vosotros que sois débiles, os pedimos que seáis una fuente de fuerza para la Iglesia y para la humanidad en esta terrible batalla entre las fuerzas del bien y del mal que nos presenta el mundo contemporáneo, venza vuestro sufrimiento en unión con la Cruz de Cristo”. – Juan Pablo II –En la festividad de Nuestra Señora de Lourdes año 1.984.


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(1) Aura Miguel. “El secreto que guía al Papa” Edit. Rialp – 2.001. pág. 23.
(2) Estas hermanas hacen tallas en diferentes tamaños inspiradas en la imagen del cuadro. En España, tienen dos casas, una en Xigena (Huesca) y otra en Jerez de la Frontera (Cádiz).
(2) Aura Miguel. op. cit. pág: 138.
(3) El dibujo corresponde a la visión del “tercer secreto”, está incluido en un encantador librito para nuños llamado “Beatos Francisco y Jacinta” editado por el Santuario de Fátima – Portugal.
Un fragmento de ese secreto dice: “Vimos un Obispo revestido de Blanco –pensamos que era el Santo Padre-...subir a una montaña escarpada en cuya cima había una gran Cruz, atravesando una ciudad medio en ruinas, y casi temblando, con paso vacilante, afligido por el sufrimiento y la pena, iba rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; al llegar a la cima, prosternado de rodillas a los pies de la gran Cruz, cayo abatido por unos disparos.......”
(4) “Salvifici Doloris” Edit. San Pablo. –26.
(5) “ “ - 2.
(6) “ “ - 27.
(7) “ “ - 26b.

lunes, 12 de mayo de 2008

FIDES ET RATIO. Mucho más que una encíclica



La encíclica Fides et ratio es un documento que no puede más que llenar de satisfacción al que de alguna manera “ama la sabiduría”. El Papa Juan Pablo II en la Introducción de su encíclica sintetiza de forma muy precisa la idea general del escrito y su propósito. Así pues, uno de los puntos más relevantes de su discurso se centra en la misión universal que ha confrontado a toda la humanidad con la verdad. Concretamente, entre los diversos medios en los que el hombre se ha dirigido en la en la búsqueda de la verdad, se encuentra la filosofía (n. 3). Ésta se ha caracterizado principalmente desde el principio por interrogarse sobre el porqué de las cosas y su finalidad. Pero más específicamente, la encíclica asume a la filosofía como una disciplina que, desde el comienzo, ha buscado el nivel más alto de la investigación tratando de encontrar la causas primeras de toda la realidad; esto es, el fundamento último o lo absoluto: lo que tradicionalmente se ha denominado como metafísica(n. 4).
Sin embargo, el Papa es consciente de que en nuestros días, esta búsqueda de la verdad última “parece a menudo oscurecida” (n. 5). Esto ha conducido, no sólo a la filosofía, sino a toda la cultura en general, a una forma generalizada de agnosticismo y de relativismo (cfr. n. 5). La encíclica analiza toda una serie de corrientes que han separado a la humanidad del encuentro con la verdad y que han conducido a la filosofía a prescindir de la cuestión radical de la verdad de la vida personal, del ser y de Dios (cfr. n. 86-90). El peligro que se esconde en algunas corrientes de pensamiento es que llevan, a su vez, “a una concepción más general, que actualmente parece constituir el horizonte común” (n. 90). Nuestra época, dice el Papa, ha sido calificada como la época de la “posmodernidad” (n. 91). La reflexión sobre este fenómeno, que hace referencia a algo muy complejo, va a centrar el resto de esta breve exposición, pues conecta perfectamente con la enseñanza del actual siervo de Dios Benedicto XVI, en la misión de conducir a toda la humanidad hacia la verdad plena.
El término posmodernidad hace referencia a algo tan amplio y complejo que su demarcación y caracterización más o menos precisa es todavía una incógnita. Sin embargo, podemos afirmar que las corrientes de pensamiento relacionadas con la posmodernidad anuncian una pérdida de confianza en la razón y en su capacidad para encontrar la verdad. Precisamente, la posmodernidad es fruto de una de las crisis más importantes de todos los tiempos, que llega a su cúspide en el siglo XX: la crisis de la razón. El siglo XX pasará a la Historia, entre otras muchas cosas, como el siglo en el que el hombre se dispuso a tirar por tierra muchos de los postulados y premisas que el “proyecto moderno” asumía como propios. Una razón fragmentada, plural e impura (en el sentido kantiano) no hace sino mostrar otra posibilidad, otra dimensión, otra vida, a saber, la posmodernidad.
Los autores que han sido insertados en este complejo denominado posmodernidad, se nutren de esta crisis de la razón para profesar una “doctrina”, que alberga en sus distintos contextos algunos de los siguientes dogmas: abandono de los discursos legitimadores, ausencia de criterios universales de justificación, incertidumbre sobre la verdad, carencia de valores y verdades universales, estetización general de la vida y apertura a los juegos de lenguaje. La variedad de los distintos rasgos que se pueden aplicar a la posmodernidad puede venir justificada por el hecho de que este fenómeno se está convirtiendo en una “atmósfera común”, en el que resulta imposible hacer una delimitación medianamente precisa. La “condición postmoderna” –nombre que da título a una obra de Lyotard– se extiende al ámbito del arte, de la religión y de la filosofía. Es un talante, una postura que nos invita a vivir en la “paradoja”, en la gran paradoja de la posmodernidad, que resulta ser provocadora y seductora a la vez, porque hace presente la vida misma, el fenómeno de lo humano. Esta paradoja está vigente desde el instante en que la posmodernidad defiende la no posibilidad de verdad y objetividad, la carencia de sentido y la vivencia de lo fugaz y lo provisional.
En medio de este ambiente cultural, la metafísica, la ciencia que ha intentado fundamentar y dar unidad, dirección y sentido al pensar y actuar humanos está siendo vista con malos ojos por la mayoría de las corrientes de pensamiento actuales. Por el miedo a caer en un pensamiento absolutista y fundamentalista, la mayoría de los intelectuales contemporáneos son cada vez más conscientes de que una cultura comprometida con la ontología es poco plausible. En la actualidad, el pensamiento de pensadores como Richard Rorty, Gianni Vattimo, Jacques Derrida, etc., anuncian con entusiasmo que no hay deseo de encontrar un vocabulario único y final para una “cultura superior”, porque el género que llamamos “metafísica” se ha leído con gran distanciamiento e ironía en los últimos siglos. La ideología de estos pensadores pretende situar al hombre de hoy en una cultura posmetafísca, una cultura que no reconoce nada como estable y permanente. Para ello, los predicadores de la cultura posmetafísica necesitan reconocer la contingencia, provisionalidad y precariedad de las creencias y deseos más fundamentales. El anuncio de una cultura posmetafísica se sustenta en reconocer que no hay nada definitivo y en dejar como última medida al propio yo y sus ganas.
Considerando las palabras de la segunda epístola de San Pedro en las que se dice: “Habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y atraerán sobre sí una rápida destrucción” (2 P 2, 1), queremos denunciar la falsa humildad proclamada por el pensador posmetafísico cuando afirma que no deberíamos nunca remitirnos a algo que está más allá del tiempo y del azar. En una cultura posmetafísica nadie tendría la “visión última” de la realidad, pues no habría posibilidad de ir “más allá”. Sin embargo, los nuevos profetas de la cultura posmetafísica se aferran a la única actitud que parece estar de moda: relativismo y antiautoritarismo.
El Papa Benedicto XVI, consciente de esta situación, en un discurso que pasará a la Historia por su sagacidad y lucidez, decía lo siguiente: “Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse zarandear por cualquier viento de doctrina, parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida al propio yo y sus ganas” (Homilía del Card. Ratzinger en la misa previa al cónclave, 18 abril 2005). Y es que, en filosofía uno de los puntos firmes y sobre el que no cabe duda es que “no se critica un absoluto si no es en nombre de un absoluto”. Por eso, el intento de abolir la metafísica se hace en nombre de otra cosa: ya sea la reivindicación de un género literario, o en nombre de la democracia, o en nombre de una posición laicista, o en una actitud difusa de pensamiento débil. En definitiva, la única posibilidad seria de superación de la metafísica sería la de no decir ni pronunciar palabra añguna. Pero, esto, como sabemos, convertiría al ser humano en poco más que un tronco seco. Por esta razón, en el ansia de superación de la filosofía, de la vera philosophia exige la importación de un pensamiento nuevo y radical que evite y rechaze todo lo anterior.
En la inmensa tarea de denunciar las falsas doctrinas y herejías perniciosas se inserta toda la Iglesia y con ella la encíclica de nuestro venerado Juan Pablo II, para seguir alentando y conduciendo al hombre a la verdadera realidad, a lo verdaderamente auténtico y último: a Cristo. Sabiendo que “portamos este tesoro en vasijas de barro” (cfr. 2 Co 4, 7), pero con la certeza de que el Espíritu Santo guía a toda su Iglesia.
Jose Antonio García-Lorente
Rezad por mí, que soy un pecador.

miércoles, 30 de abril de 2008

HIPOTESIS 17



INTRODUCCIÓN A LA HIPÓTESIS 17


Frente a la imposición de la teoría de la evolución, llega el momento de expresar nuestra posición.


· No podemos compartir los planteamientos ni las formas de los Creacionistas:

- Los planteamientos, porque no podemos aceptar que la Tierra tenga una edad de 10.000 años. Por la observación de la geología sobre la que descansan los yacimientos arqueológicos de las civilizaciones antiguas, podemos ver que realmente ha habido pocos cambios en los 4 ó 5.000 años que nos separan de ellas. Y no es admisible considerar que en los restantes 5 ó 6.000 años anteriores, se hayan formado las ingentes masas de rocas sedimentarias, y se hayan producido las distintas orogenias y transformaciones que se pueden observar en la corteza terrestre, ni aún considerando que la primera época de la Tierra fuese más “convulsa” que la época que llamamos histórica.

- Y las formas, porque en sus publicaciones y conferencias, mezclan los argumentos científicos con argumentos filosóficos y teológicos, y con citas bíblicas. Y consideramos que es necesario y conveniente, especialmente en el asunto que estamos tratando, respetar la legítima autonomía de las ciencias.

· No podemos compartir tampoco, algunos de los planteamientos de la corriente científica que se conoce como Diseño Inteligente, y aunque aún no ha formado un cuerpo compacto, por lo que conocemos, podemos decir que:

- Compartimos su convencimiento de que los seres vivos no han surgido como un resultado del azar.

- No podemos compartir con ellos, la idea que han tomado de los neodarwinistas, que da por supuesto que todos los seres vivos provienen unos de otros por evolución.

- Y tampoco podemos compartir con ellos algunos planteamientos reduccionistas, que tienden a explicar, que funciones o capacidades esenciales de los seres vivos , como los instintos, o las emociones, y en el caso del hombre, la razón, la cultura, la conciencia o la alegría, han emergido directamente de la materia mediante sucesivas expresiones de material genético.

· Y tampoco podemos compartir mucho con los Neodarwinistas:

- Aceptamos que algunas de las diferencias bioquímicas, funcionales, anatómicas o morfológicas que caracterizan la variabilidad dentro de una determinada especie, se han originado por una alteración genética.


- El resto de sus ideas, no podemos aceptarlas como argumentos científicos.

- No tendríamos ningún problema en aceptar que unos seres vivos de una especie, han evolucionado y se han transformado en otros de otra especie, siempre y cuando eso se pueda demostrar con pruebas sólidas, porque las que han presentado, hasta ahora, no resisten el más mínimo examen.

Así pues, entre los planteamientos actuales, no encontramos dónde posicionarnos.

Por los fósiles, podemos saber que han existido multitud de seres vivos en la Tierra antes que nosotros. Y parece que todos tendemos a aceptar que la vida en la Tierra tuvo un comienzo, un momento en el que pasó de no existir a existir, y lo mismo podemos decir de todos y cada uno de los seres vivos. Y en cada caso, eso sucedió de una manera concreta, en un lugar y en un tiempo concretos, por lo que existe la verdad sobre el origen de la vida, sobre el origen de cada ser vivo y sobre el origen del hombre.
Independientemente de lo que cada uno, usando de su libertad, piense sobre este asunto, es tarea de la ciencia intentar dilucidar, hasta donde se lo permitan sus medios, esa verdad: “lo que realmente sucedió”
Por todo ello, vamos a plantear una “hipótesis de trabajo” que consideramos nos permitiría en muy pocos años, acercarnos considerablemente a lo que realmente ha sucedido con los seres vivos. Pero antes, vamos ha hacer unas consideraciones generales sumamente importantes:

1. El evolucionismo ha supuesto, durante décadas, un freno brutal para el avance de muchas disciplinas. Es muy conveniente que dejemos de usar los términos evolucionistas como : adaptación, “mutación al azar”, selección natural, radiación adaptativa, datación absoluta, hominización, etc, por su imprecisión y por los prejuicios que contienen implícitos.

2. La mitad de los científicos del mundo, -muchos de los biólogos, de los botánicos, de los zoólogos, de los paleontólogos, de los antropólogos, de los farmacéuticos, de los médicos, y los genetistas por supuesto- están investigando asuntos relacionados directa o indirectamente con la evolución y la genética. Y aún siendo ésta última una ciencia muy importante en la que hay que investigar mucho más, empieza a parecerse a algo que “promete mucho y da poco”.

3. Por mucho que avancen la genética y los experimentos biotecnológicos, sólo podrán demostrar qué cosas el hombre es capaz de hacer con los seres vivos, o en todo caso, proporcionar una explicación lógica de “cómo pudo ser que sucediera, si es que realmente sucedió así”. La única respuesta válida de lo que realmente ha sucedido con la vida, tiene que venir necesariamente de la mano de los paleontólogos, los sedimentólogos y los paleoantropólogos, auxiliados por otras muchas ciencias.

4. Es urgente e imprescindible, incluir como parte esencial de la enseñanza troncal en todas las carreras científicas, la Metafísica, como una ayuda para que los alumnos se conozcan mejor, y para que puedan entender, que según sean sus planteamientos metafísicos, (conscientes o no), interpretarán de distinta forma los resultados objetivos de sus investigaciones.


5. Hay que potenciar los estudios biológicos de mecánica newtoniana, de anatomía comparada, de dinámica de fluidos, de tensiones de membranas, de ósmosis selectiva, de óptica, de deformaciones de coordenadas cartesianas, y otros muchos, relacionados con la física, las matemáticas y la ingeniería, si realmente queremos llegar a conocer el motivo por el que los seres vivos tienen ese desarrollo embrionario, esa anatomía interna y esa morfología externa.


6. Es un error histórico, de proporciones descomunales, la excesiva especialización cuando se estudian seres vivos.



Vamos a llamar a nuestra propuesta: “ Hipótesis 17 ”.


POSTULADOS DE LA “HIPÓTESIS 17”


· 1 - El origen de la vida en la Tierra, debe buscarse considerando una atmósfera y un ambiente semejante o muy parecido al actual.

· 2 - No hay motivos para aceptar, que los primeros seres que vivieron en la tierra, fueron seres unicelulares, ni tampoco para suponer que el origen de la vida fue monoespecífico.

· 3 - Los métodos de datación de los que disponemos en la actualidad, son todos ellos relativos, ninguno absoluto, están fundamentados en hipótesis; por ello es necesario ser muy críticos con su nivel de error, realizar dataciones cruzadas y buscar nuevos métodos.

· 4 - Las formas de organismos que no vivan en la actualidad, deben nombrarse como “especie fósil” para evidenciar la diferencia entre los criterios taxonómicos usados, y los que se emplean con las especies vivas.

· 5 - Las variaciones en los esqueletos internos o externos de las especies fósiles no pueden ser criterios determinantes ni decisivos de diferenciación específica, han de considerarse provisionales hasta que no se realicen estudios que verifiquen la repercusión de los cambios físicos y químicos del ambiente en el crecimiento, la forma y el tamaño.(1)

· 6 - Cuando se pretenda datar la aparición de cualquier phyllum, clase, familia, etc, para ser tomada en consideración, debe aportarse la información detallada de los restos, de la serie litológica en la que se han obtenido, del ambiente sedimentario originario, de las posibles correlaciones, de los métodos de datación utilizados, y una relación de los afloramientos de rocas más antiguas asociables a ese mismo ambiente sedimentario.



· 7 - Cuando se pretenda probar el paso de un “grupo” de seres vivos a otro, debe documentarse como en la propuesta 6, tanto para el “antecesor”, como para el “descendiente”, y realizar un inventario correlacionando los cambios morfológicos que han acontecido.

· 8 – Existen muchas menos especies-fósiles y especies vivas de las que se consideran, debemos invertir la tendencia y tender a agrupar todos los endemismos, las razas, y seguro que hasta varias especies en una sola. Hay que cuantificar matemática y geométricamente los parámetros de las variedades intra-especificas y buscar en otras causas además de en las genéticas, las diferencias intra-genéricas o intra-familiares.

· 9 – Los distintos “Tipos” (3) permanecen fijos a lo largo de las edades geológicas, tienen unos límites de variedad infranqueables, y según las distintas condiciones, se manifiestan preferentemente unas variedades u otras.

· 10 – El ser humano, es un ser único; es prioritario que cesen los intentos de “animalizarlo”.(4)

· 11 – Todos los hombres que vivimos y que han vivido en la tierra, pertenecemos a la misma especie.(5)

· 12 - Todos los seres humanos que vivimos y que han vivido en la Tierra, descendemos de una primera pareja.(6) El momento de su aparición, debe documentarse conforme a lo expresado en el postulado 6.

La Verdad nos hace libres, en la ciencia también.

Angel Luís Hurtado Contreras
Semogil, 29 de Abril del 2.008.

(1) Hay que retomar los trabajos de D’Arcy Thompson, (1.942); Gttlieb, H (1.915); Sédillot, (1.864-69); Brady, H,B. (1.884); etc.
(3) Los llamamos tipos, sin precisar, porque en según los casos se tratará de familias, super-familias, géneros, clases etc. Nos referimos por ejemplo a tipos como las tortugas, los pinos, los saurios (desde el cocodrilo a la lagartija), etc.
(4) De lo contrario, pronto será lo mismo: tomarse una pastilla de antibiótico, pulsar el botón de un spray insecticida para librarnos de unos mosquitos y dirigir un campo de concentración con cámaras de gas y hornos crematorios.
(5) Hay que continuar los trabajos de Milford Wolpoff y Alan Thorne, pero sin prejuicios evolucionistas.
(6) Hay que estudiar mejor la variabilidad de la especie humana. Y hacer una revisión exhaustiva de todos los yacimientos con restos humanos que no encajan el dogma y en los tiempos de la visión evolucionista.

PROFECIA SOBRE JUAN PABLO II



Esta poesía fue escrita por el poeta
polaco Juliusz Slowacki
a principios del siglo XIX.
Más de un siglo antes
de la elección de Juan Pablo II.



En tiempos de discordia Dios elegirá
a un Papa eslavo, más valiente que el italiano
que lo precedió. Él no tendrá miedo
de aceptar el reto y luchar.

El rostro resplandeciente, su poder
detendrá la marcha del sol;
su palabra guiará las naciones
a la más pura de las luces.

¡Ya viene! ¡Hierve la sangre
en nuestras venas! El espíritu es poder.
Su Espíritu-Poder cambiará la faz de la tierra.
El Papa-Pueblo cura nuestras heridas.

Los ángeles esparcen lirios en su trono;
él da amor allí donde los poderosos dan armas.
Él concede la fuerza del sacramento.
Una paloma vuela desde su canción,
alimentando la esperanza.

El cielo se abre y las naciones firman la paz.
Él barre la suciedad de la Iglesia,
el Papa eslavo que vendrá
a revelar la mano de Dios en toda la creación.



Esta poesía aparece en el libro titulado
“El papa oculto” de Darcy O’Brien
que trata sobre la infancia de Karol Wojtyla,
su amistad con Jerzy Kluger
y su relación con el pueblo judío.
Editado por Javier Vergara editor en 1.999.

lunes, 28 de abril de 2008

EL DRAMA DE LA SEPARACIÓN DE LA FE Y LA RAZÓN

La separación de la fe y la razón

En el pensamiento contemporáneo se afirma sin temor y casi con descaro que es imposible alcanzar la verdad. No hay una verdad universal sino verdades. Todos hemos escuchado decir : “todo depende del punto de vista con que se le mire” o “esa es tu opinión (= verdad), pero mi opinión es otra”. Comprobamos como no hay ni existe una verdad universal, objetiva y certera que nos haga tener una tensión hacia el conocimiento de ésta. Este estado del pensamiento humano que proviene del nihilismo donde no hay nada que podamos conocer realmente, sino solamente sensaciones o sentimientos subjetivos, es el que reina hoy en día en las distintas escuelas filosóficas y de pensamiento que encontramos en cualquier tertulia o en la universidad.

El papa consciente de este cáncer del pensamiento moderno afirma en la encíclica Fe y Razón: “…algunos filósofos, abandonado la búsqueda de la verdad por sí misma, han adoptado como único objetivo el lograr la certeza subjetiva o la utilidad práctica. De aquí se desprende como consecuencia el ofuscamiento de la auténtica dignidad de la razón, que ya no es capaz de conocer lo verdadero y de buscar lo absoluto” (FR 47c). Se puede comprobar que en un pensamiento que renuncia al conocimiento de la verdad universal, la fe no tiene cabida, pero tampoco la tiene la filosofía. Ésta última ha tenido como fin desde los presocráticos la búsqueda de la verdad.

La Revelación es objeto de fe pero esto no quiere decir que sea absurda. Desde los primeros siglos los cristianos han intentado decir su fe desde la razón. Y ya no solo decir o explicar su fe como hicieron los apologetas sino buscar la inteligencia del misterio de la Revelación. Así fe y razón han sido como dice Juan Pablo II: “las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad” (FR 1). Esto es afirmar que tanto fe y razón son necesarias para poder contemplar la verdad. No es posible una fe adulta que no utilice la razón, como tampoco un racionalismo radical que quiera pasarse de la fe para el conocimiento pleno de la verdad. Este racionalismo solo conduce al nihilismo y éste al relativismo haciendo de la razón objeto de sospecha como instrumento para el conocimiento de la realidad y de la verdad.
Vemos como el intentar separar la fe y la razón conduce a un sinsentido y una pérdida de la esperanza en las capacidades que tiene el hombre de conocer la verdad. Por esto es necesario el recuperar esta relación intima entre fe y razón pues no hay fe sin asentimiento libre de la razón y no hay razón sin la convicción de que somos capaces de conocer la verdad. El Papa nos habla de este empobrecimiento de la fe y de la razón: “la razón privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal”(FR 48a).

Tanto fe y Razón están llamadas ha tener una reciproca autonomía. Donde cada una en su campo sienta que necesita a la otra para alcanzar su plenitud. El error contemporáneo, y que dura ya desde el siglo XV, de separar radicalmente la fe y la razón solamente ha llevado al fundamentalismo religioso por un lado y al nihilismo y relativismo filosófico por otro.

Hoy más que nunca es necesario anunciar que el conocimiento de la verdad es posible y que fe y razón son los instrumentos necesarios para lanzarnos a esta aventura del conocimiento de la verdad. La filosofía, que hoy tan marginada esta en los planes de estudios y en las universidades, debe recuperar su vocación primera de amante de la sabiduría, buscadora incansable de la inteligencia de este mundo y creyente en la existencia de la verdad y convertirse de nuevo en lo que siempre ha sido una descubridora de la verdad. La Teología, que para muchos no es más que un conocimiento esotérico e irracional, pueda recuperar verdadero lugar como ciencia de la Revelación, buscadora de la inteligencia del misterio de Cristo. Y que tanto filosofía y teología, que durante tantos años fueron de la mano, porque no era posible de otra manera, vuelvan al lugar que se merecen.

Juan Pablo II en la encíclica Fe y razón nos muestra como fe y razón son dos capacidades del espíritu humano que nos hacen conocer lo mas sublime de nuestra realidad y que no son contradictorias ni capaces de poder sobrevivir la una sin la otra. Y termino también con las palabras de Juan Pablo II: “A la parresía de la fe debe corresponder la audacia de la razón” (FR 48b).
Antonio Sánchez Rodríguez
Murcia, abril 2008