sábado, 28 de noviembre de 2009

LA HISTORIA DEL GRIAL



La leyenda del Grial en la historia de occidente ha sido uno de los grandes mitos literarios. Chrétien de Troyes es el primero que pone en juego y por escrito esta leyenda fantástica de un recipiente cargado de simbolismo y de poderes mágicos. Mucho se ha escrito y debatido con respecto a esta leyenda. Unos la asocian a una tradición puramente judeo – cristiana, en cambio otros ven ella la cristianización de una leyenda antigua de origen céltico. La obra inacabada de Chrétien de Troyes nos descubre esta leyenda sin darnos un sentido claro del Grial.

Voy a intentar bucear un poco en el simbolismo del Grial. Y en esa búsqueda utópica en el que se convierte la búsqueda del Grial por parte de los caballeros. Llamo utópica a esta búsqueda en el sentido en que los caballeros buscaban este objeto llamado Grial sin saber muy bien ni lo que era ni donde se encontraba. Es la búsqueda de un objeto de poder, mágico, con diferentes simbolismos y hasta contradictorios. El caballero convierte esta búsqueda en el centro de su aventura. Y hoy en día no podemos entender la épica caballeresca sin incluir la búsqueda del Grial como uno de sus temas favoritos. Este tema era muy atractivo para el hombre medieval pues vinculaba directamente la fuerte influencia religiosa del cristianismo y el género caballeresco que era sin lugar duda unos de los géneros predominantes en la Edad Media. Es por lo tanto un tema atractivo y fascinante dentro de la mitología medieval.

1. Etimología

Grial es la traducción del termino francés Graal. En su origen esta palabra designaba un plato ancho y profundo, un recipiente cóncavo. Para algunos, la palabra graal vendría del latín medieval cratella, que significa vaso o jarra, que designaba en francés antiguo una copa o un plato hondo. Para otros, la palabra graal o grasal designa un plato cóncavo para servir las carnes con salsa o jugo. Mario Roques ha descubierto más de cincuenta formas, todas provenientes del latín gradalis en las dialectos locales de la lengua de Oïl, como greal, greau, gruau, griau, grial, grélot, guerlaud, etc. El Languedoc ha conservado grasal ou grésal, que da lugar de gradal la palabra gardale en el sudoeste francés. Todas estas palabras designan un recipiente hondo para usos distintos. La palabra gradal era utilizada con este sentido en 1150, como lo demuestra bien Michel Roquebert. La palabra graal también se encuentra con este sentido en 1204

2. El símbolo del Grial en Perceval

El episodio del Grial es fundamental en el relato, y es la aventura más importante del caballero Perceval. La aparición de esto objeto y su misterio simbolismo representará la aparición de unos de los temas más importantes dentro de la literatura medieval. En el capitulo del castillo del Grial se nos presenta el Grial al final de una procesión de objetos misteriosos que se dirigen hacia la habitación de un noble gravemente enfermo. Lo primero que va en el cortejo es una misteriosa lanza : “ Y mientras hablaban de diversas cosas, de una cámara llegó un paje que llevaba una lanza blanca empuñada por la mitad, y pasó entre el fuego y los que estaban sentados en el lecho. Todos los que estaban allí veían la lanza blanca y el hierro blanco, y una gota de sangre salía del extremo del hierro de la lanza, y hasta la mano del paje manaba aquella gota bermeja (Percelval vs. 3190 – 3210). Según las distintas tradiciones que han intentado explicarlo, en este cortejo encabezado por la lanza que sangra, han visto orígenes diferentes a la leyenda del Grial. La tradición cristiana ha visto en esta lanza que sangra la lanza de Longinos. El culto a esta lanza esta muy enraizado en la liturgia Bizantina. Si nos remitimos a la tradición celta, “la lanza que sangra aparece como instrumento de venganza y destrucción en la literatura céltica, y Chretien afirma que destruirá el reino de Logres.” .

Lo siguiente en aparecer en el cortejo dos pajes portando candelabros: “ Mientras tanto llegaron otros dos pajes que llevaban en la mano candelabros de oro fino trabajado con nieles. Los pajes que llevaban los candelabros eran muy hermosos. En cada candelabro ardían por lo menos diez candelas.”(vs. 3200-3280). Según interpretaciones se ha querido ver en estos candelabros, los candelabros judíos que aparecían en las Sinagogas como símbolos de la presencia de Dios en la zarza ardiente del Exodo.

Por fin, aparece en la procesión de criados y doncellas el Grial: “Una doncella, hermosa, gentil y bien ataviada, que venía con los pajes, sostenía entre sus dos manos un grial. Cuando allí hubo entrado con el grial que llevaba, se derramó la claridad tan grande, que las candelas perdieron su brillo, como les ocurre a las estrellas cuando sales el sol, o la luna. Después de ésta vino otra que llevaba un plato de plata. El Grial que iba delante, era de fino oro puro; en el grial había piedras preciosas de diferentes clases, de las más ricas y de las más caras que haya en mar ni en tierra; las del grial, sin duda alguna, superaban a todas las demás piedras”(vs. 3200-3290). El termino de grial ( graal) nos refiere a una especie de plato o recipiente pero se diferencia claramente de lo que puede ser una copa. Pero en la tradición el grial se ha visto como un cáliz o copón. Éste se ha identificado con el cáliz de la última cena de Jesús y la bandeja de plata con una patena. En el relato vemos que entran los objetos en una especie de cortejo que nos puede recordar una especie de procesión religiosa pero sin sacerdotes ni religiosos.

lunes, 16 de noviembre de 2009

666 EL NÚMERO DE LA BESTIA


La creación, tuvo lugar por medio de la Palabra de Dios, cada cosa tiene un nombre que le es propio, y tiene también su número. Así Salomón escribió: “Tú, todo lo dispusiste con medida, número y peso” (Sab. 11 –20).
En el Eclesiástico, se expone la relación entre la Sabiduría y la acción de contar: “Toda la Sabiduría viene del Señor y con Él está por siempre.....El mismo la creó, la contempló, la contó y la derramó sobre todas sus obras” (Ecl. 1 – 1 y 9).
Hablando de la bestia, hace dos mil años, San Juan escribió en el libro del Apocalipsis: “A este fin, hará que todos los hombres, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, tengan una marca en su mano derecha o en sus frentes.
Y que ninguno pueda comprar o vender, sino aquel que tiene el nombre o la marca de la bestia, o el número de su nombre.
Aquí está el saber. Quien tiene inteligencia, calcule el número de la bestia, porque su número es el que forman las letras de un nombre de hombre: y el número de la bestia es seiscientos sesenta y seis” (Ap. 13-16).
Recordemos que: “El peso del oro que llegaba al rey Salomón cada año, era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro” (I Re. 10-14).

Este número aparece vinculado al comprar y vender; al oro, la riqueza, el poder y la posesión. Se podría decir muchas cosas sobre este número, pero nos parece suficiente con unos detalles actuales:
Cada día, vemos que los productos que manejamos, tienen impreso el llamado “código de barras”. En algunos supermercados, ya no se puede comprar objetos que no lo lleven, sencillamente porque en la caja no sabrían cuanto cobrarnos.
Aquí reproducimos como ejemplo el código de un libro de texto, cada número corresponde generalmente a dos líneas que pueden ser indistintamente de tres grosores diferentes y estar más o menos separadas, pero eso no es lo que nos interesa resaltar. Si observamos con atención, vemos dos grupos de seis números encasillados en dos compartimentos enmarcados entre tres parejas de rayas finas, una en cada extremo y otra justo en el centro, y como podemos ver, dos rayas finas es la clave en barras para el número seis, por lo que aunque no aparezcan los dígitos del seis en los extremos ni en el centro, todos los códigos de barras están inscritos dentro del número seiscientos sesenta y seis.


Y eso no queda ahí, ya se oyen voces que sugieren lo beneficioso que sería para nuestra comodidad y seguridad, el tatuarnos, o introducirnos un micro-chip bajo la piel, en la palma de la mano o en la frente, con un código de barras con nuestra identificación, para con ello, y sin ningún documento, realizar transacciones económicas, identificarnos, abrir nuestra casa o nuestro coche etc... ¡Ánimo, no temáis!
Otro caso no menos inquietante, es el famoso W.W.W. que hay que marcar para adentrarse en la gran red de la araña. Puede verse en la figura correspondiente a la trascripción del alefato hebreo a letras latinas, que la sexta letra se trascribe generalmente como W. Luego WWW = 666.


El orden del alefato, como corresponde al hebreo es de derecha a izquierda.
Entendemos que alguién piense enseguida que esas tres W, corresponden a las iniciales de tres palabras inglesas que vienen al caso, también puede ser, ¿por qué no?. Pero eso no quita ni un ápice de lo que hemos dicho, nosotros no creemos en la casualidad.
Hemos conocido intentos de encontrar ese nombre de hombre cuyo valor es 666, algunos con la numeración asociada al griego antíguo, han asociado el número al emperador Nerón. Parece un número muy elevado para hacer intentos con la cábala hebrea.
En otro nivel, se podría hacer una asociación del hombre con el número 6, ya que fue creado en el sexto día. Y esos tres seises juntos, podrían entenderse como una reafirmación del hombre frente a los tres unos 111 que de algún modo es una de las manera numérica de expresar la Santísima Trinidad.
666 es también el número triangular de 36, es el resultado de sumar desde el 1 al 36. El número 36 está asociado a una vuelta completa, a cerrar un círculo, a terminar un recorrido, es como si el 666 reuniera en él todo lo acontecido desde el origen, y en este caso que se refiere a la bestia, como si reuniera en él todo lo malo (toda la ausencia de Dios) acumulada desde el origen.
Los ilusos se toman todo esto a broma.
Confiamos en la misericordia de Dios.
Semogil 16 de Noviembre del 2.009

miércoles, 28 de octubre de 2009

LA ESTABILIDAD DEL MUNDO

EL PRINCIPIO DEL ACTUALISMO
















Imagen de
www.fondosypantallas.com

Este es un principio básico en todas las ciencias y también en la vida cotidiana.
El principio podría enunciarse así: Observando lo que sucede en la actualidad, podemos deducir por analogía lo que sucedió en el pasado.
Este principio se usa cotidianamente en geología, por ejemplo, observamos, cómo en la actualidad, las olas amontonan la arena en la playa con una estructura muy concreta, vemos que entre los granos de arena, hay conchas de bivalvos, de gasterópodos y restos de alguna ostra. Estas observaciones que hemos realizado, nos permiten afirmar con bastante certeza que un paquete de arenas de una época geológica pasada, amontonada con la misma estructura, y con fósiles de bivalvos, gasterópodos y ostras, se sedimentó en una antigua playa de unas condiciones geográficas y climáticas semejantes a la que hemos observado en la actualidad.
Este principio usado cotidianamente, aún sin conocerlo, permite todas las investigaciones policiales y muchas de las investigaciones científicas, pero implica inevitablemente una cierta estabilidad del mundo, que permite adquirir conocimientos gracias a la experiencia. Esta experiencia puede ser previa o posterior. ¿Cuántas veces al observar algo ha entendido claramente un suceso del pasado?, diciendo o pensando: “¡Ah!, así que esto fue lo que pasó”.
Se puede uno imaginar un mundo inestable: si ponemos la sartén en el fuego con aceite, y le echamos un huevo de gallina, no sabemos qué saldrá, si un escalope de ternera, una trucha a la plancha, o una fuente de profiteroles. Si su médico le receta una vacuna, no sabemos si le va a servir para la viruela, el sarampión, el cólera o la gripe. Si gira la llave del arranque de su coche, no sabemos si el motor se pondrá en funcionamiento, si el asiento se echará para atrás, o se caerá la puerta al suelo.
Es precisamente la estabilidad del mundo, la que nos permite aprender y relacionarnos y ha hecho posible que levantemos esta civilización.
En la actualidad hay dos teorías “científicas” que nos impelen con insistencia a creer en la inestabilidad del mundo: la teoría de la evolución y la teoría de la relatividad.
Su argumento principal es que aunque el mundo nos parezca estable, eso es una ilusión debida a la corta duración de nuestra vida comparada con la de las edades geológicas, o con la del Universo.
Se pretende que aceptemos como científico algo que sobrepasa con creces la objetividad propia de las ciencias empíricas, que ha de permitir realizar experimentos para su verificación. Todos sabemos que los gatos paren gatos, de los huevos de pata, nacen patos, y que si plantamos una castaña, crecerá un castaño; está es nuestra experiencia de la estabilidad del mundo.
Pero nos dicen que es un hecho científico comprobado que ha sucedido millones de veces a lo largo de la historia de la tierra, que un ser de una especie engendre un descendiente de otra especie distinta.
Si nos pidieran que creyésemos que los elefantes vuelan, pensaríamos que nos toman por tontos, y nos piden que creamos en la inestabilidad del mundo, algo que contradice nuestra percepción de la realidad y asentimos sin más.

miércoles, 3 de junio de 2009

Darwin visita la Gregoriana



El intento fue mediante un congreso que se celebró del 3 al 7 de Marzo en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma, bajo el patrocinio del P. C. de la Cultura. Se titulaba "Evolución biológica hechos y teorías. Una valoración crítica a los 150 años del "Origen de las especies"". Estaba organizado por la Univ. Gregoriana y por la Univ. de Notre Dame (Indiana), ambas de los Jesuitas, y se realizaba en el marco del tercer encuentro internacional del STOQ (Science, theology and the ontological quest), que es un organismo creado para facilitar el diálogo entre la fe y la ciencia. El presidente de este último organismo era el que controlaba el congreso.El Congreso lo inauguró Mons. G. Ravasi, con unas meditaciones sobre "fides y ratio" y se marchó. Los primeros dos días, los evolucionistas más fervorosos, nos narraron todos los argumentos del evolucionismo, a un nivel muy elemental (de bachiller español). sólo el profesor Werner Arber realizó su ponencia sobre el ADN, a un nivel universitario y puntero.
Los participantes del Congreso eramos en un 30% presbíteros, seminaristas (principalmente legionarios de Cristo) y miembros de institutos religiosos. Otro 30% estudiantes de la Gregoriana y de otras universidades Italianas, y el restante 30% profesores universitarios, entre los que predominaban los filósofos, anque no faltaban teólogos, físicos, antropólogos, bioéticos, cirujanos, matemáticos, químicos y algún paleontólogo. La mayoría abrumadora, católicos, también asistieron algún judio, dos musulmanes, y un número indeterminado pero escaso de ateos.
En el primer turno de preguntas, las dos primeras fueron: ¿Cómo podría usted explicar que un tejido orgánico -con todo su ADN- puesto en cultivo, genere una masa amorfa y no construya un órgano vascularizado e inerviado, si el ADN es el que da la forma a los organismos? y ¿Cómo podemos defender el origen común de los distintos phyllum, si la paleontología no encuentra la multitud de formas intermedias que inevitablemente han tenido que existir?. Estas dos preguntas como muchas posteriores quedaron sin respuesta, y ya en ese momento, el responsable del STOQ tomó el micrófono y dijo claramente que el congreso no era para cuestionar la teoría evolutiva, que la teoría de la evolución era un hecho científico demostrado e inapelable, y que el congreso se estaba realizando para que se produjera un diálogo fructífero entre la ciencia, la filosofía y la teología.
A partir de ese momento, los evolucionistas, más "progres" del mundo anglosajón selecionados por D. Francisco Ayala (el gran paladín del evolucionismo en EE.UU.),comenzaron a descargar sus propuestas, del estilo de: (cito textualmente de las notas que tomé)"Deben ustedes ir pensando en abandonar esos términos de Creador y creación"."Los que viven en la fe, viven en un mundo virtual"."El concepto de alma es un concepto medieval que ya no tiene ningún sentido"."La idea de la libertad es un absurdo, vivimos bajo el imperativo de la química"."A partir de ahora vamos a incluir a todos los primates dentro del género Homo"."El único motivo de que exista la especie humana, es que un día cambió un poco el clima en África"."La única diferencia que existe entre los animales y los hombres es una cuestión de grado"."La teología no es libre porque está atada de pies y manos por los dogmas"."El verdadero organismo vivo, es la Tierra".Cuando vieron que muchos de los participantes se indignaban por algunas de esas afirmaciones, optaron por reducir al mínimo los tiempos de preguntas, e intentar llenarlos preguntándose cosas insignificantes entre ellos y felicitándose. Aún así, siempre se les colaba algún participante, y preguntaba cosas con sentido común, que eran ignoradas sistematicamente, pero que nos permitió ir conectando entre nosotros.Todos esperábamos los últimos días, a las ponencias de filosofía y teología, pero eso casi fue peor, los que hablaron, sólo sabían contar las maravillas, la lucidez y las teorías de Theilard de Chardin. Nadie comentó la censura de sus escritos ni los puntos en los que se desvió de la Sana Doctrina. Sólo fue digna y correcta la ponencia del dominico francés Jean-Michel Maldamé sobre las diversas acepciones de la palabra evolución desde la ciencia, la filosofía y la teología. Porque el único español que hablo, el presbítero Rafael Martínez, lo hizo sobre el tratamiento de la teoría de la evolución en la Iglesia, citó los conocidos comentarios de Juan Pablo II, citó de paso la existencia de la "Humani generis" como si le quemara en la boca, y se esplayó con los libros sobre la evolución sancionados por el Índice, pero lejos de hacer una exposición clara de los puntos críticos, se enredó con explicaciones interiores de cómo funcionaba el procedimiento del Índice para sacar la conclusión de que el Vaticano tiene miedo de volver a repetir con la evolución un segundo caso Galileo.Una mañana, dió una ponencia el Cardenal Georges Cottier sobre "El sentido metafísico de la creación y de la evolución". No dijo una palabra de metafísica, y nos habló de la compatibilidad entre los hechos demostrados por la ciencia y la fe de la Iglesia. Cuando terminó, se marchó, y todo siguió igual, pudimos sufrir con tristeza situaciones como la de un Jesuita que después de glosar a Theilard, recibió la pregunta capciosa de uno de los evolucionistas: "¿Eso que ha dicho usted.... la trascendencia me ha parecido entender, eso es algo empírico, me puede usted explicar qué es la trascendencia?. El Jesuita, con su cleriman y su cruz en la solapa, se lo pensó bien, miró al presidente del STOQ y respondió literalmente: "Yo soy antropólogo, no soy filósofo, no le puedo responder".Supongo que el STOQ y La Gregoriana querían dejar claro que los católicos no somos unos fanáticos como los protestantes norteamericanos, pero lo que han conseguido es abrirles la puerta a esos ideólogos, y darles más alas.Supongo que otras personas lo narrarán de otra manera, pero los tres murcianos que estabamos allí, más de veinte participantes de 14 paises, entre ellos Dina Nerozzi, consultora del P. C. de la Familia, y los legionarios de Cristo, lo vivimos así.El Congreso no nos ha desanimado, sólo nos pone un poco tristes, por ver que apenas se defendió la verdad sobre el hombre, y que salvo los dos Prelados y el padre Maldamé, nadie nombró a Dios ni a su Único Hijo nuestro Señor.
Angel Luís Hurtado Contreras
Semogil 2009

viernes, 8 de mayo de 2009

LOS NIÑOS DEL APÓTETAS


Me cuesta crear poesía desde la barbaridad.

La falacia que respira el hombre moderno hace que este se colme a veces de muecas malintencionadas. Muecas y gestos que, lejos de ser inocuas y carentes de peligro, exhiben con descaro la contradicción dañosa operada desde algunas tarimas ignorantes: las ocupadas por los que gobiernan, las mostradas desde los pórticos del poder.
En el transcurso de una tarde de asueto en la montaña presencié cómo una pareja de la Guardia Civil prendía a dos hombres cuarentones que estaban cazando. Los esposaron, les requisaron las escopetas y varias cajas de cartuchos de posta y los trasladaron en un Land Rover al cuartelillo del pueblo para practicar las diligencias que requería el asunto. Estaban cazando en tiempo de veda. Cuando les pillaron estaban pegando tiros a una recua de perdices. Las perdices abundan en esa zona, pero estaban en época de cortejos y de incubar los huevos. Tampoco se podían acechar los nidos ni cazar tórtolas. Tampoco ningún tipo de córvidos.
Esto ocurrió hace varios años, pero hoy la normativa es bastante más dura en lo que a cuantía económica de las sanciones se refiere. Hay, incluso, penas de cárcel por según qué delitos llamados ecológicos, contra el medio ambiente en general y contra la fauna en particular.

Hasta hace poco nos parecían espeluznantes algunos fragmentos de la historia de la humanidad. En la antigüedad no era extraña la práctica infanticida. En la Esparta militarizada de antaño, por ejemplo, hasta incluso estaba normalizada. Al nacer un niño este era conducido al Pórtico del templo donde, a la luz del día, un tribunal de ancianos lo examinaba para determinar si era hermoso y bien formado o no. Eran muchas las veces que los padres asumían indolentes el veredicto: ¡Al Taygeto!, ¡Al Taygeto!. Esta era la consigna lóbrega que temían oír las madres en el atrio del templo. Cualquier protuberancia, torcido de ojos, asimetría en las extremidades o en la cara, cualquier lunar torpemente colocado era motivo suficiente para enviar al niño o a la niña al Apótetas, al denominado lugar del abandono. El Apótetas era el fondo de un barranco/sima que se hundía en la tierra al pie del monte Taygeto. Desde la ladera del monte se despeñaba hacia este barranco a los infantes que no alcanzaban el positivo tras la macabra evaluación de los viejos. Los inocentes se convertían entonces en carne de muladar sobre los que volaban las urracas y los buitres negros tanteando el momento propicio para iniciar el festín.

Hay una perversión más dañina que todas las perversiones juntas: la perversión institucionalizada, aquella desviación orquestada desde la esfera del poder, malévolamente justificada por la política de las mayorías que impone la democracia moderna. Si la mitad más uno decide que, en aras de la no sé qué libertad de la mujer, no pasa nada si se trunca el desarrollo de una criatura desde el seno de su madre, pues eso, que no pasa nada, que encima de todo se tilda de retrógrado a quien no acepta esto como una nueva conquista social que ampara el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Cuando este debate se inmiscuye en los entresijos de la militancia política, entonces ya no hay remedio alguno. Los más elementales niveles de conciencia quedan aturdidos y reducidos, inundados por legiones rebosantes de estulticia organizada. Se pone en marcha, a la sazón, la premeditada manipulación del lenguaje. Se pretende que las palabras no signifiquen lo que en realidad significan. Significante y significado pasan a ser puros rehenes de la conveniencia aviesa del poder. ¡Si Ferdinand de Saussure levantara la cabeza!
La confusión que se implanta ante esta desviación lingüística es el caldo de cultivo perfecto para la pérdida de conciencia cabal y la ausencia de identidad de las cosas, de tal forma que, a fuerza de depravaciones editadas y publicadas en Boletines Oficiales, el hombre desnortado tiende a confundir la acción con la expiación, y termina llamando conquista a su propio aniquilamiento.

Por desgracia, habrán de pasar muchos años para que de nuevo se institucionalice el sentido común – procedente sin duda del sentido natural de las cosas-, y se catalogue como barbaridad inicua todas las vueltas que se están dando en las últimas décadas en las democracias occidentales a fin de convencernos de que no pasa nada porque matemos a nuestros hijos potenciales si resulta que el permitirles que se desarrollen y vivan altera en mucho o en poco o en casi nada nuestro stablishment personal.

Una especie de cinismo colectivo hace que estemos llegando a pensar que es bueno regular y normalizar una práctica de esta índole porque de hecho se da. Vasta tarea tendrán a partir de ahora nuestros legisladores para regularizar y normalizar tantas y tantas prácticas y acciones que de hecho se dan: robo, incesto, homicidio, tortura, violación, manipulación psicológica…

Homo homini lupus est. El hombre es un lobo para el hombre. ¿Pero es que nadie se da cuenta? La sangre inocente impetra la urgente toma de conciencia. Los ancianos del Pórtico de Esparta pueden aparecer como benévolos dentro de años cuando la historia los compare con nosotros, con los hombres y mujeres de este tiempo, obstinados en tornar el mundo del revés, obcecados hasta la saciedad en convencernos de que puede ser lícito matarnos entre nosotros por pura comodidad. Más grave aún, si cabe, es la constatación de que legitimamos el feticidio desde la más aborrecible de las actitudes: la cobardía. La cobardía de matar a quien no puede defenderse esgrimida, para más inri, como derecho conseguido, como conquista social.

¿A dónde se han marchado los hados de la belleza y de la vida? ¿Dónde están los poetas que admiraban a Walt Whitman? ¿Qué ha sido del raciovitalismo de Ortega?

A veces me da la impresión de que nuestros consejeros no son otra cosa que tropeles de demonios beodos ávidos por entorpecernos y confundirnos. Y nosotros les hacemos caso, apostados sin pudor en nuestra particular roca Tarpeya, tirando al abismo –a veces previamente triturado- aquello que simplemente nos incomoda o nos estorba, aunque esto sea carne de nuestra propia carne.

Me cuesta crear poesía desde la barbaridad.
José Fuentes Blanc
Caravaca 2009

lunes, 19 de enero de 2009

LA CULTURA DE LA MUERTE

Mons. Munilla obispo de Palencia, nos cuenta como la cultura de la muerte se disfraza de tolerancia y libertad

Pincha aqui para leer el articulo